lunes, 15 de octubre de 2012

IRVING WALLACE...el escritor pipafumador.





La pipa, ese instrumento que nos proporciona un indudable placer, ha sido utilizada en numerosas ocasiones como un "arma" por los más variados personajes.
Muchos filósofos, son genuinos fumadores de pipa. La razón es, probablemente, evidente: si eres abordado con una pregunta inoportuna todo lo que tienes que hacer es sacar la pipa del bolsillo, mejor interior, de tu chaqueta o abrigo. Después de realizar un comentario preliminar como: -"Bueno, lo realmente importante acerca de lo que me pregunta viene a ser…" y en ese momento comienza a encender la pipa.
Puedes hacer que esta operación dure unos cinco minutos sin dificultad, y puedes alargarla mucho más con la práctica, e ir realizando algún comentario ocasional, de naturaleza completamente evasiva. Mientras das unos golpecitos, limpias, rascas, soplas por la boquilla, desmontas, vuelves a montar, comienzas la carga, llenas, apisonas el tabaco, enciendes, aspiras, vuelves a encender, vuelves a utilizar el atacador, das nuevas pitadas otra vez, y emites grandes y nocivas nubes de humo con tu pipa, nadie sospechará que estás jugando con el tiempo.
Haz esto suficientemente bien, y podrás evitar tener que responder a esa pregunta comprometida.
Algunos diplomáticos franceses e ingleses utilizaban sus pipas durante las largas negociaciones al término de la Primera y Segunda Guerra Mundial. La pipa era un elemento inseparable en las largas jornadas.
Comentando esta "utilidad" de la pipa que desconocía con mí amigo Pepe Ramírez González, viejo lobo de mar, me relataba pasajes vividos con gentes de la mar y el campo -fumadores de pipa- en los que vio como utilizaban ingeniosamente la cachimba, según se describe anteriormente, como medio para ganar tiempo y evitar una respuesta que les comprometiera o como forma de evitar que en sus caras se pudieran leer los auténticos pensamientos que las preguntas de los interlocutores les hacían tener.
Buceando un poco en la memoria, recordé haber leido unos libros de Irving Wallace, autor que produce lecturas amenas gracias a su prosa, en los que se aprecian de forma excepcional esta utilidad recientemente descubierta - por mí - de la pipa.
Irving Wallace, autor norteamericano cuyos bestsellers han sido traducidos a numeros idiomas.
En sus obras Wallace combinó investigación cuidadosa y ingenio y una lectura fácil y amena. Aunque fue despreciado gravemente por los a menudo, sus 16 novelas y 17 obras no ficticias vendieron aproximadamente 250 millón copias en todo el mundo. Entre los libros mejor conocidos de Wallace está El Informe de Chapman (1960). Nació en Chicago, 19-marzo-1916, como uno de los dos hijos que tuvieron Bessie Liss y Alexander Wallace, un dependiente de una
tienda de ultramarinos. Ambos padres eran nacidos en Rusia y emigraron a los Estados Unidos en su juventud. Wallace creció en Kenosha, Wisconsin. Acudió al Instituto Williams, Berkeley, City College de California, y Los Angeles. Empezó su carrera como periodista a la edad de quince años. Desde mitad de los años 30 trabajó como corresponsal independiente. En 1941 se casó con Sylvia Kahn; tuvieron dos niños. Murió el 29-junio-1990.
El Todopoderoso.
"Mientras Armstead incubaba su ira, el analista distribuyó unos números atrasados del Journal of the American Psychoanalytical Association sobre la otomana, frente a su sillón. Seguidamente, se arrellanó más cómodamente en su bajo asiento, colocó los pies sobre las revistas, aplicó una cerilla a su apestosa pipa de brezo…"
"Ruidosamente, el doctor Scharf vació de ceniza la cazoleta de su pipa, la volvió a llenar de tabaco y la encendió. A través del humo, miró a Armstead y dijo:
-Edward, ahora eres el propietario del periódico.
-Por un año -replicó airadamente Armstead.
Aunque sea por un año. Esos jefes son ahora tus redactores. Puedes demostrar quién es el que manda."
"Se levantó, buscó su chandal de tenis, lo encontró, extrajo de él una vieja pipa, la bolsa de tabaco y el encendedor, y después se sentó otra vez frente a su hija, fumando. Ella le miraba atentamente, esperando."
"Eran ellos, sin duda alguna. Resultaba inconfundible la calva rojiza y reluciente del traficante alemán con su voluminosa barriga colgando sobre sus bermudas azules, recostado en una tumbona, con una pipa apagada en la boca y una revista suiza sobre las rodillas."
La isla de las tres sirenas.
"Y surgían otros detalles: unas antiparras cabalgando sobre su larga nariz, un minúsculo bigotillo, una pipa apagada y ensalivada y unos abultados bolsillos abarrotados de chucherías, notas y tarjetas de visita."
"El viejo Wright introdujo esta costumbre aquí. Nuestros hombres cultivan tabaco negro y lo enrollan para fumar. A mí me gusta más la pipa. Tom Courtney fuma en pipa."
"Se dirigió al banco, sacando la pipa y la bolsa del tabaco del bolsillo trasero del pantalón y, sentándose empezó a llenar la cazoleta de la pipa-. Discúlpeme por haber entrado sin llamar. Pero es que aquí nadie se anda con cumplidos. Poco a poco, uno se olvida de... los buenos modales que ha aprendido en América."
"Ella le miró mientras acercaba el encendedor a la pipa y se preguntó qué debía de pensar de ella... si es que pensaba algo. Salvo su esposo y su médico, ningún otro hombre blanco, exceptuando aquel extraño, la había visto medio desvestida. ¿Qué debió de pensar?"
"-¿Cómo lo sabe usted? ¿Ha sido marido, acaso?
-Casi. Pero en realidad, no. -Dio varias chupadas a la pipa-. El conocimiento que tengo de esta curiosa especie humana no es directo -dijo, hablando lentamente como si se dirigiese a la pipa. Levantó la mirada-.
Era abogado especializado en divorcios."
"Se sumió nuevamente en hondas reflexiones, muy ensimismado, mientras encendía la pipa con ademán ausente."
"Courtney se interrumpió, evocando la escena en su interior, y tiró las cenizas de su pipa en un cenicero de coco. Escrutó las facciones atentas de Claire y prosiguió su relato."
"Courtney se apoyó en la pared y se puso a llenar y encender la pipa, mientras Claire se sentaba con mucha circunspección en el banco, a unos palmos de Orville Pence."
Los siete minutos
"Barrett se acercó a uno de los sillones de cuero, apartándolo de las estanterías de libros de derecho y acercándolo más al escritorio. Duncan se sentó detrás del escritorio cubierto por una hoja de cristal, y se hundió en el sillón giratorio de cuero. Señaló un jarro de agua, pero Barrett sacudió la cabeza. Duncan le ofreció un paquete de cigarrillos.
-Fumaré mi pipa, si no le importa -dijo Barrett.
Duncan encendió un cigarrillo, mientras Barrett llenaba su pipa inglesa y acercaba una cerilla al tabaco."
"-Pero basta ya de eso. Estoy seguro de que desea usted que hablemos de negocios. ¿En qué puedo ayudarle, señor Barrett?
Barrett se sacó la pipa de la boca, la vació y dijo: -Puede hacerme un favor.
-No tiene más que decírmelo. Cualquier cosa... que sea razonable.
-No estoy aquí por Willard Osborn. Estoy aquí representando a otro cliente, a un viejo amigo mío de Nueva York: Philip Sanford, el director de la Sanford House, editora de Los Siete Minutos, ese libro..."
"Barrett permaneció en silencio, mientras llenaba de nuevo y encendía la pipa. Chupando con regularidad, esperó."
"-Exacto -dijo Duncan- Hemos cumplido con nuestro deber. Pero usted también tiene un cliente y un deber que cumplir. Deseo colaborar con usted, dentro de los límites de lo que ya ha sucedido. La detención se ha llevado a cabo. El acusado ha sido llevado a la cárcel. Usted ha conseguido la libertad bajo fianza. ¿Qué otra cosa pretende usted hacer ahora?
Barrett se acercó la pipa a los labios y contempló la columna de humo. Al final, se inclinó hacia el escritorio."
"Con la mirada fija en la pipa fría que sostenía en su mano, sin levantar los ojos ni una sola vez, Barrett empezó a hablar, con frases breves y apresuradas,…"
"-Yo quiero que este libro sea accesible a todo el que desee leerlo.
-Pero todavía no.
-¿Y por qué no?
Barrett jugueteó con su pipa."
"Barrett necesitaba un intervalo para pensar un poco. Buscó su pipa, la llenó, la encendió y permaneció sentado al volante, fumando, pensando, tratando de hallar un poco de optimismo."
"Barrett se sentó en el sofá frente a ella, tomó la pipa que estaba en el cenicero y la levantó:
-¿Le importa?
-De ninguna manera. El señor Vogler, que Dios lo bendiga, era un fumador de pipa, pero, pese a su tusa de maíz que olía tan mal, era mejor que aquellos hombres que fuman puros. Fume su pipa, señor Barrett, y no se preocupe por mí. La pipa es muy adecuada para un hombre, aunque estoy segura de que le habrá producido más de un agujero en los muebles. Y no digo nada de los pantalones. . Barrett encendió la pipa."
"-¿No se los podía dar la señora Griffith?
-Ella no se hubiera atrevido. Ella hace todo lo que quiere su marido, tanto si le gusta como si no.
Barrett permaneció en silencio unos momentos, fumando su pipa. Lo que viniera después, sería crucial. Tenía que tratarla con cuidado."
"Entonces, tratando de conservar la calma en medio de la tormenta, empezó a cargar la pipa mientras Phil Sanford se inclinaba hacia Kimura y le murmuraba algo, consciente de que el furioso Abe Zelkin le estaba mirando enojado"

Pedro Romero
-Canarias-

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