lunes, 15 de octubre de 2012

C. S. LEWIS, EL FILÓSOFO QUE FUE CAPAZ DE IMAGINAR… EL UNIVERSO DE NARNIA




Nacido en Irlanda en 1898, ejerció la profesión de educador, enseñando literatura medieval y renacentista.
Se convirtió al cristianismo, luego de ser ateo durante muchos años, con mayor inclinación hacia la iglesia anglicana y así se transformó en uno de sus más formidables apologistas. "El problema del dolor", "Mero cristianismo", son algunos de los libros escritos por Lewis demostrando que la teología no es precisamente aburrida y que por el contrario, puede resultar sumamente amena. Por otro lado, alcanzó la celebridad en el campo de la ciencia-ficción por su trilogía "Más allá del planeta silencioso", "Perelandra" y "Esa fuerza maligna", en las cuales se dan las peripecias de la vida fantástica y al mismo tiempo se le pone un punto cristiano.



Es el creador de "Las Crónicas de Narnia", en la que se recrea un mundo fantástico en el que la armonía lleva de la mano a seres de diferentes razas y animales con la facultad de hablar y criaturas mitológicas. Escribió Las Crónicas de Narnia entre 1950 y 1956, inspirado en los niños huérfanos a causa de la Segunda Guerra Mundial que recibía en su casa. Pero, al mismo tiempo, tuvo su propia epifanía. Hasta ese momento, su vida personal había sido casi la de un recluso; pero con la muerte de Janie Moore, llegó providencialmente una mujer mayor que él, casada, judía conversa al cristianismo, llamada Joy Davidman.
Fue un gran amigo de J.R.R. Tolkien (autor de El Señor de Los Anillos, entre otros) y compartían algo más que el uso de las siglas para acortar sus nombres. Entre las décadas de 1930 y de 1960, ambos fueron profesores en Oxford y parte de un grupo informal de escritores que se juntaban en aulas y pubs para leer y comentar sus obras, llamado los Inklings. No fueron los miembros fundadores, pero sí los más activos. Tolkien leyó allí partes de El Señor de los Anillos y C. S. Lewis de Las crónicas de Narnia.




El más popular de la serie es El león, la bruja y el armario, el mismo que acaba de llevarse al cine. Aunque toma elementos de los mitos griegos, romanos y celtas, además de cuentos de hadas ingleses e irlandeses, es claramente cristiano en trama: cuatro niños descubren una tierra encantada del otro lado del ropero. Es Narnia, controlada por la Bruja Blanca, que ha castigado al país con el Invierno Eterno. Los animales parlantes que viven allí esperan desesperadamente el regreso de Aslan, el rey león, que restaurará su libertad. Y Aslan vuelve. Pero la Bruja conspira y lo mata. Sin embargo, se produce el milagro: Aslan vuelve a la vida, y le devuelve la primavera a Narnia.
Tolkien, amigo fiel pero crítico, detestaba Las crónicas de Narnia: aunque él mismo era un católico devoto, consideraba que la alegoría no debía mezclarse con la literatura, menos aún a la hora de crear mitos modernos.
Es calificado por algunos de demasiado conservador en cuanto a su posición filosófica-teológica, pero Lewis es un escritor con el talento para explicar en términos muy sencillos los más abstrusos temas religiosos y éticos, y es -se esté o no de acuerdo con sus pensamientos- un ser que ha alcanzado la categoría de clásico.


Falleció en el año 1963, y lo que mejor definiría a Lewis sería decir que él también pertenecía a esa maravillosa tradición de la lengua inglesa en la cual se encuentran nombres como Bertrand Russell o Carl Sagan, que -dado que entendían de qué estaban hablando- no se escondían en lenguajes retorcidos y tenían el buen hábito de escribir claro.
Encontramos en Narnia a diferentes clases de enanos, que como siempre resultan ser unos entendidos, a la par que amantes, del tabaco y la pipa…



EL LEÓN, LA BRUJA Y EL ARMARIO.
"-Y ahora -dijo el Castor, empujando lejos su jarro de cerveza ya vacío y acercando su taza de té-, si ustedes esperan sólo que yo encienda mi pipa, podremos hablar de nuestros asuntos.
Está nevando otra vez -agregó, volviendo sus ojos hacia la ventana-. Me parece espléndido, porque así no tendremos visitas; y si alguien ha tratado de seguirnos, ya no podrá encontrar ninguna huella."


EL CABALLO Y EL MUCHACHO
"Pero se animó cuando encendió el fuego y les enseñó a asar los "pavenderes" frescos sobre las brasas. No es nada fácil tratar de comer pescado caliente sin tenedores y con un solo cuchillo para cinco personas. Hubo varios dedos quemados antes de terminar la comida, pero como eran ya cerca de las nueve y se habían levantado a las cinco, a nadie le importó demasiado quemarse un poco. Después que todos bebieron un sorbo de agua en el pozo y comieron un par de manzanas, el Enano fabricó una pipa del largo de su brazo, la llenó, la encendió y, exhalando una enorme y fragante nube de humo, dijo: -Ahora.
-Cuéntanos tu historia primero -dijo Peter-, y después te contaremos la nuestra."
"Cenaron lo que habían llevado consigo y, en seguida, Trumpkin encendió su pipa (Nikabrik no fumaba). -Si en estos momentos -dijo el Tejón- pudiéramos despertar a los espíritus de esos árboles y de este pozo, habríamos hecho un buen trabajo por el día de hoy."
"El Enano dio unos golpecitos a su pipa y la llenó de tabaco. ¡No se burlen! -exclamó Peter-. Así que fue el cuerno, tu propio cuerno, Su, el que nos sacó ayer en la mañana de aquel banco en el andén. Apenas lo puedo creer, aunque todo está muy claro."
"-E... e... sí, claro. Ya veo -tartamudeó el Enano, cuya pipa parecía estar tapada (por lo menos se afanó mucho en limpiarla)-. Pero... bueno... quiero decir...
-¿Es que todavía no sabes quiénes somos? -gritó Lucy-. Eres un estúpido.
-Supongo que son los cuatro niños de las viejas leyendas -dijo Trumpkin-. Y, en verdad, estoy muy contento de conocerlos. Es muy interesante, sin duda. Pero... ¿no se ofenderán? -titubeó otra vez."
"La cena estuvo verdaderamente exquisita. Y, como no había que lavar platos, pudieron tenderse, contemplar el humo de la pipa de Trumpkin, estirar sus piernas cansadas y conversar. Veían con optimismo la posibilidad de encontrar al Rey Caspian al día siguiente y derrotar a Miraz en unos pocos días. Sus esperanzas no tenían gran fundamento, pero así lo sentían."



LA SILLA DE PLATA
"Al poco rato se les reunió el Renacuajo. A pesar de sus expectativas de no pescar ninguna anguila, traía una docena o más, que ya había despellejado y limpiado. Puso una olla grande al fuego, echó más leña y encendió su pipa. Los renacuajos del pantano fuman un tipo de tabaco muy raro y muy pesado (algunos dicen que lo mezclan con barro) y los niños advirtieron que el humo de la pipa de Barroquejón casi no subía por los aires. Goteaba de la cazoleta de la pipa hasta el suelo y se arrastraba como una niebla. Era muy negro negro e hizo toser a Scrubb."
"-¿Dónde está el Páramo de Ettins? -preguntó Scrubb.
-Mira hacia allá, al norte -contestó Barroquejón, señalando con su pipa-. ¿Ves esos cerros y esos pequeños acantilados? Ese es el comienzo del Páramo de Ettins. Pero hay un río entre el páramo y nosotros; el río Shribble. Sin puentes, por supuesto."
"Esto significaba que las porciones eran muy reducidas; pero sucedía que había una gran cantidad de porciones, de modo que el plato de Shasta o su copa eran llenados continuamente, y a cada rato los mismos enanos decían "Mantequilla, por favor", o bien "Otra taza de café", o "Quisiera más champiñones", o "¿Qué tal si freímos otro par de huevos?". Y cuando por fin habían comido todo lo que podían, los tres enanos echaron suertes para ver quién lavaría los platos, y Picarón fue el perdedor. Después Franela y Pulgardrillo sacaron a Shasta para afuera y lo llevaron a un banco colocado contra la pared de la cabaña, y todos estiraron sus piernas y lanzaron un gran suspiro de satisfacción y los dos enanos encendieron sus pipas."



LA ÚLTIMA BATALLA
"Pero cuando la comida estuvo lista, pensaron que había valido la pena esperarla, y hubo repetición para todos. Una vez que hubieron comido hasta hartarse, los tres humanos y el Enano fueron a sentarse en el umbral de la puerta, los de cuatro patas se echaron frente a ellos, el Enano (con el permiso de Jill y de Tirian) encendió su pipa, y el Rey dijo: -Me parece, amigo Poggin, que tú tienes más noticias sobre el enemigo que yo. Dinos todo lo que sepas. Y antes que nada, ¿qué historia cuentan sobre mi fuga?"
"-Ahora se trata más bien, Señor, de saber si el Mono piensa -replicó el Enano-. El Mono se ha puesto a beber, ¿entiendes? En mi opinión la conspiración la están manejando principalmente Jengibre o Rishda, el capitán calormene. Y creo que fueron unas palabras que Jengibre propaló entre los Enanos las principales culpables de la vil réplica que te dieron. Y te diré por qué. Una de esas espantosas asambleas acababa de terminar antenoche y ya había andado un buen trecho de camino a casa cuando me di cuenta de que había dejado olvidada mi pipa. Era una muy buena, una de mis viejas pipas favoritas, así que volví a buscarla. Mas antes de llegar al lugar donde había estado sentado (estaba negro como boca de lobo ahí), escuché una voz de gato que decía Miau y una voz de calor que me decía "aquí..., habla despacio", y me quedé inmóvil como si estuviera congelado."
"-¿Cómo, en el nombre del Gran Disparate, puedo ver lo que no existe? ¿Y cómo puedo verte a ti más de lo que tú puedes verme a mí en esta negra tiniebla?
-Pero yo puedo verte a ti -dijo Lucy-. Te probaré que puedo. Tienes una pipa en la boca.
-Cualquiera que conoce el olor del tabaco puede decir eso -replicó Diggle."
Como en su día con El Señor de Los Anillos, ha sido placentero volver a reencontrar a estos viejos amigos de lectura. Lástima que muchos no los hayan descubierto, como el caso anterior, hasta que han llegado a la gran pantalla.
He disfrutado y nunca mejor dicho 'como un enano' cargando cualquiera de mis pipas hasta arriba de tabaco, reclinándome en mi sillón y dejándome llevar por los verdes prados, las escarpadas montañas y lo densos bosques para volver a sentir, como antaño, la sensación de que entraba en un Mundo maravilloso, que llegaba a Narnia.

Buenos humos para todos,
Pedro Romero-Auyanet
-Canarias-

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